Ni toda la tecnología del mundo puede ocultar que el capital más importante de las empresas son las personas que las forman. Así lo asegura el CEO de Vicky Foods, Rafael Juan, científico de formación, quien hasta hace unos años pensaba que la robotización de los procesos productivos permitiría prescindir de las personas en las empresas. “Hay que liderar con más corazón que cabeza, empatizar, inspirar, y ser capaz de generar un talento colectivo”, afirma Juan sobre las funciones de un buen CEO.
El empresario valenciano fue el último protagonista del ‘Almuerzo Directivo‘ organizado en el hotel Hospes Amérigo por El Círculo- Directivos de Alicante con el apoyo de Ibercaja, el pasado viernes. Juan presentó su libro, ‘Una dulce historia’, donde recoge la trayectoria vital de su familia, especialmente de su madre (fallecida hace un año), y la evolución de Dulcesol hasta convertirse en lo que es actualmente. Y conversó con la presidenta de ELl Círculo, Eva Toledo, sobre su experiencia como ejecutivo.
La comunicación, a juicio del CEO de Vicky Foods (un auténtico ‘influencer’ en LinkedIn) es un factor estratégico. “Cuando me nombraron CEO en 2007, empeoramos en ese campo, hubo muchas lagunas comunicativas, y entonces cambió mi paradigma y entendí la importancia de conectar con las personas que están dentro de tu empresa y también fuera”. Por eso cuida especialmente su presencia en redes, “no por marca personal, sino para llegar a muchas personas; atiendo personalmente a los empleados que me siguen y cualquier consumidor puede conectar con el CEO de Vicky Foods”. Juan recomienda a sus homólogos que usen más las redes, sobre todo si tienen distintos centros de trabajo repartidos geográficamente.
El directivo recordó que el momento que más le ha influido para forjar su trayectoria ocurrió cuando estudiaba inglés aplicado al management, y descubrió el proverbio ‘Ninguno de nosotros es tan inteligente como todos juntos‘, de Ray Kroc (fundador de McDonalds). “Fue algo inspirador, que cambió nuestra visión: antes buscábamos el talento individual, lo premiábamos, y también teníamos la costumbre de tratar de identificar a un culpable individual cuando había un problema”, relató. “Pero entonces decidimos aprovechar el talento de toda la organización; fue difícil y enriquecedor, y creo que aún nos queda recorrido hacia esa inteligencia colectiva“.
Otras experiencias que Juan cree que le marcaron fueron sus estudios de programación en paralelo a la carrera de Química, o su pasado como monitor scout, cuyas enseñanzas aplica a la dirección de Vicky Foods. Pero también algunos fracasos que le han ayudado a mejorar: el lanzamiento de una línea de alimentación infantil en 2013, “con la natalidad cayendo dos cifras”, o la línea de bollería frita, en la que invirtieron 20 millones “y las ventas cayeron a la mitad” por los nuevos hábitos de los consumidores. La mayor lección de humildad, con todo, se la dio su madre: tras semanas estudiando en un laboratorio cómo evitar que las ‘glorias’ se enmoheciesen al introducir el envasado para supermercados, Victoria un desecador de infrarrojos de un conocido. “Hoy tenemos cientos”.
De Dulcesol a Vicky Foods
Fruto de uno de esos aprendizajes, el del fracaso de la alimentación infantil, Dulcesol pasó a ser Vicky Foods. “Era contraproducente llamar a una línea hecha de frutas con un nombre relacionado con la bollería, y además la palabra Dulcesol no aportaba a la exportación a países no hispanos”, explicó. La escucha activa, el reposicionamiento de la marca y el homenaje a su madre, que pidió a sus nietos que la llamaran Vicky en vez de ‘abuela’, hicieron el resto.
En ese nuevo marco conceptual, ha cobrado más importancia si cabe la inversión en RSC. “Trabajamos por las tres ‘S’, saludable, sostenible y solidaria”, señaló Juan, “aunque como siempre habíamos pensado en la eficiencia, el cambio fue complicado. En 2019 nos propusimos ser más sostenibles en el envasado, y por fin el año pasado conseguimos envases biodegradables“. Pero ese paso no es más que el principio: “Queremos ser verdaderamente sostenibles, reducir la huella de carbono, potenciar el autoconsumo, tener una distribución eficiente…” No solo por convencimiento, sino porque además “las empresas socialmente responsables son más rentables“.
Sin parar de innovar
En cuanto al futuro, Rafael Juan avanza que Vicky Foods seguirá innovando, como ha hecho desde que en los setenta ‘inventó’ para la industria la ‘Gloria’, la magdalena cuadrada. “Nosotros llevamos la pastelería tradicional a la industria, así que hay que ir a la cocina a aprender”, indicó. En este sentido, el CEO de Vicky Foods destacó que se están adentrando en dos nuevas líneas, los platos preparados y la nutrigenómica.
La matriarca de los Juan, presente durante toda la conversación, también protagonizó algunas de las anécdotas y consejos compartidos por el CEO de Vicky Foods. “El momento crucial de nuestra historia fue cuando mi madre se incorporó a la empresa, en contra de la voluntad de mi padre, para evitar que Dulcesol fuese una nueva ruina en su trayectoria”, admitió. Su padre falleció en 1983, poco después de que su madre inventase las Glorias y llevase a Dulcesol al ‘top ten’ del sector. “En 2010, cuando dejamos de ser interproveedor de Mercadona, o cuando abrimos la planta de Argelia, fueron otros momentos críticos en la empresa”.
Sin embargo, pese a esos momentos, lo que hoy es Vicky Foods se ha caracterizado por la estabilidad, con un crecimiento constante pero estable, sin grandes saltos ni grandes bajones. “Una empresa es riesgo, pero yo solo asumo aquellos que no me dejen vacío el bolsillo si me equivoco”, explicó su CEO. “Hay que promocionar a los equipos para que se sigan equivocando, porque eso es innovar. Copiar lo que hacen otros es una estrategia mediocre”. Y si Vicky Foods es lo que es y ha dibujado una trayectoria sin altibajos, es porque su matriarca “no quería una empresa grande, sino feliz”
Texto de David Martínez, redactor Alicante Plaza
Fotos Joaquín Reina