La vida profesional de la gran mayoría de directivos está marcada por apretadas agendas llenas de reuniones, hojas de presupuestos, objetivos y plazos que mantienen ocupadas sus mentes cada día mientras que por el camino se va perdiendo lo más importante para el buen funcionamiento de una organización: la humanidad.
Este concepto tan abstracto que a la vez forma parte del corazón y de la esencia de las compañías puede volverse efímero con el paso del tiempo convirtiendo a nuestras empresas en estructuras físicas carentes de los valores por los cuales habían nacido, crecido y sustentado. Cada semana, se celebran miles de eventos y conferencias en los que vemos como ejecutivos pretenden dar lecciones de la vida empresarial y la gestión mientras quizá muchos estén descuidando sus propias compañías. ¿Se trata de postureo empresarial o de exaltación de valores olvidados?
El CEO es el máximo encargado y responsable de no permitir que esto ocurra y para ello tiene en su poder armas tan poderosas como el poner en práctica valores tan sencillos como estos 10 mandamientos:
Predicar con el ejemplo: Desde que nacemos aprendemos a gesticular, hablar y andar a través de la imitación de los comportamientos de nuestros padres. En la empresa el CEO debe primero dar, para luego poder recibir los beneficios. La empresa y por consiguiente, los empleados siempre van antes que los beneficios propios.
Honestidad: La transparencia es fundamental, ocultar información siempre va en perjuicio del CEO, y en consecuencia de la empresa en sí. Hablar claro y comunicar los posibles problemas que existan en una organización ayuda a la mejora e incluso colaboración entre todos para poner punto y final a las adversidades.
Responsabilidad: Una palabra muy usada pero no tan bien utilizada en ocasiones entre la alta dirección. No es más que «apechugar» con los problemas y dar la cara.
Empatía: Ponerse en el lugar de los demás siempre está bien para intentar comprender las situaciones.
Igualdad: Los agravios comparativos en todos los aspectos solo emborronan y crean mal ambiente en la organización.
Gratitud: Estar agradecido de todo lo que se hace por la empresa, ¿cómo demostrarlo?. Con pequeños gestos de complicidad, saludar a los compañeros cada día, incluso pararse a hablar con ellos de sus problemas cotidianos y estar al tanto de sus inquietudes. Puede parecer un gesto tonto, pero verdaderamente son los que al final cuentan.
Respeto: El respeto es simplemente mostrar aprecio y valorar el trabajo realizado por los demás, incluyendo el honor y la estima.
Humildad: Se trata de la ausencia de ego y el ser modesto. Es muy fácil de perder y muy difícil de conservar, pero si lo logramos tendremos en nuestro poder un maravilloso instrumento que influirá también en la empatía, el respeto o la gratitud.
Colaboración: En la vida cotidiana la colaboración es compartir, ayudar y ser solidario con los demás.
Generosidad: Es lo contrario a la avaricia y la codicia, el querer ser más grandes o poderosos y querer más a cualquier precio no nos hace mejores, e incluso puede estar poniendo en peligro todo lo conseguido hasta el momento.
Sólo cuando se muestran día a día estos valores, nuestra organización podrá avanzar y ser mejor, es decir, estar dotada de humanidad.